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Galería de Clásicos: Un hombre lobo americano en Londres

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T.Original/Año: “An American Werewolf in London” (1981)
Dir.: John Landis
Guión: John Landis
Int.: David Naughton, Jenny Agutter, Griffin Dunne, John Woodvine, Lila Kaye

SINOPSIS

David y Jack son dos amigos americanos que están recorriendo Europa. En Inglaterra, primera parada de su viaje, son atacados por un extraño animal que mata a Jack y deja malherido a David; una vez en Londres, el joven empieza a tener extrañas pesadillas en las que se ve a sí mismo cazando y transformándose en un monstruo. Muy pronto, Jack empieza a aparecérsele diciéndole que va a convertirse en un hombre lobo, y que la única forma de evitarlo es matándose; aunque al principio David cree estar volviéndose loco, con la siguiente luna llena comprobará que, a veces, las supersticiones pueden ser aterradoramente reales…

EL COMENTARIO

Aprovechando la (horrorosa, por otra parte) noticia del próximo remake de “Un hombre lobo americano en Londres”, es momento de reivindicar el gran clásico de John Landis y la que es, junto a “Aullidos”, la mejor película de hombres lobo de la historia. Y punto.

Para conocer el origen de la película tenemos que remontarnos a 1969, año en que un jovencísimo Landis (19 añitos tenía el muchacho) se encontraba trabajando como asistente de dirección de “Los violentos de Kelly” en Yugoslavia. Al parecer, un encontronazo con un grupo de gitanos que realizaban un ritual “para que un muerto no se levantase de la tumba” le dio la idea de poner a un chico de su edad en esa situación. Ese mismo año, Landis escribió un primer borrador del guión, pero como no se podía permitir venderlo, sobre todo debido a su edad e inexperiencia, decidió guardarlo en un cajón y esperar mejores tiempos. Más de una década después, y tras obtener el éxito gracias a “Animal House” y “Granujas a todo ritmo”, Landis se decidió a poner en imágenes su proyecto de adolescencia.

A diferencia de otras películas de género, “Un hombre lobo americano en Londres” contó con un presupuesto que, si bien no era el más espectacular del mundo, no estaba nada mal para la época: 10 millones de dólares. Visto hoy día es ridículo, pero, ese mismo año, Terry Gilliam rodó “Los Héroes del Tiempo” con cinco millones, David Cronenberg hizo lo propio con “Scanners” con tres millones y medio, Joe Dante dirigió la ya mencionada “Aullidos” con un millón, y un veinteañero Sam Raimi se tuvo que conformar con 375.000 dólares para poder hacer “Posesión Infernal”. Dicho lo cual, queda claro que Landis tenía en sus manos casi casi una superproducción. Una de las primeras cosas que hizo Landis fue contratar a un maquillador de efectos especiales, amiguete suyo, llamado Rick Baker, quien dejó tirado a Joe Dante en el plató de “Aullidos” para irse a trabajar con él a Londres. Sabia decisión, como luego veremos.

Para el equipo artístico, se contó con un actor poco conocido, David Naughton, para encarnar a su atribulado tocayo, David Kessler. Junto a él, Griffin Dunne, hijo del periodista Dominick Dunne y hermano de la también actriz Dominique Dunne (la hija mayor de los Freeling en “Poltergeist”, que moriría trágicamente asesinada por su novio al año siguiente), encarna a Jack; la británica Jenny Agutter (vista en “Equus” y “La Fuga de Logan”) da vida a Alex, la enfermera de la que David se enamora; y el prestigioso actor teatral John Woodvine interpreta al doctor Hirsch, el médico que atiende a David en el hospital. El rodaje transcurrió sin incidentes entre Gales, Surrey y un Londres estresadísimo por la boda real que tendría lugar meses más tarde, entre el príncipe Carlos y lady Diana Spencer. Cuando se estrenó, meses después, se convirtió en un éxito de taquilla, recaudando más de 30 millones de dólares y obteniendo excelentes críticas.

Y es que “Un hombre lobo americano en Londres” es una película magistral en su sencillez; tiene una historia bastante lineal, personajes nada complejos y pocas pretensiones. Sin embargo, está rodada con un pulso, tanto en el aspecto siniestro como en el cómico, que para sí quisieran muchos directores (incluido el propio Landis, que, a excepción de cuando dirigió “Thriller” para Michael Jackson, nunca ha vuelto a estar tan bien), y cuenta con un sentido del humor negrísimo y malvado, capaz de reírse de todo y todos, de los convencionalismos del género de licántropos -que luego no tiene ningún problema en seguir hasta donde cree necesario-, a los mismísimos ingleses. Y todo ello con una ironía digna del más británico de los habitantes de Londres.

El desarrollo de la cinta es más lento de lo que podríamos creer, ya que prácticamente hasta los últimos 40 minutos de película no podemos ver al hombre lobo en acción. Eso sí, cuando aparece… reparte estopa a propios y extraños. Todo ello, sin perder ni un momento el sentido del humor y la complicidad con el espectador; lástima que termine cuando mejor te lo estás pasando, pero se trata de un anticlímax excelente, que deja pasmado al espectador primerizo por lo inesperado y súbito de su resolución. Pondría las manos al fuego que, si ese remake se lleva a cabo (¡glups!), no tendrán lo que hay que tener para mantener ese final.

Landis consiguió con esta película algunas de las mejores escenas de su filmografía, entre ellas la que es mi favorita, esa persecución agobiante e interminable por una estación del metro londinense (que en realidad son dos, Tottenham Court Road y Charing Cross), magistral muestra de malrrollismo y de utilización del plano subjetivo al mismo tiempo. Pero tampoco hay que olvidar toda la secuencia final en Piccadilly Circus (rodada en localización real), que es terrorífica a la par que endiabladamente divertida; y, sobre todo, la espectacular transformación de David Naughton en hombre lobo, a plena luz y sin ahorrar detalle. Sigue siendo la mejor transformación jamás vista en una cinta del género, y eso en una época en la que no existían el modelado en 3D, el renderizado ni las pantallas verdes; todo a base de maquillaje y stop-motion. Aún sigo sin comprender cómo Rick Baker, creador de esa maravilla, pudo hacer el pufo de transformaciones de la absurda y decepcionante “El Hombre Lobo”.

“Un hombre lobo americano en Londres” es una película imprescindible para los amantes del género. Divertida, terrorífica, tremendamente entretenida y absolutamente disfrutable incluso pasados casi 30 años de su estreno, ha envejecido envidiablemente bien. Después de eso, Landis tuvo mala suerte: el accidente que mató a Vic Morrow y a dos niñas actrices en el set de “En los límites de la realidad”, y una serie de malas decisiones profesionales, lo enviaron al olvido. Para finales de este 2010 está previsto su regreso, de la mano de Simon Pegg y Andy Serkis, con “Burke & Hare”, comedia negra dedicada a los dos ladrones de cadáveres del siglo XIX. Esperemos que sea para quedarse.

CURIOSIDADES

  • Aunque se contrató al legendario compositor Elmer Bernstein (ganador del Oscar por “Millie, una chica moderna”, y autor de, entre otras muchas, las músicas de “Los Siete Magníficos”“Los Diez Mandamientos”, “Matar a un ruiseñor” o “La Gran Evasión”), su música para la película dura sólo 7 minutos.
  • En su lugar, podemos oír toda una serie de excelentes canciones que tienen en común la palabra “moon” (luna) en su título: desde tres versiones distintas de “Blue Moon” (a cargo de Bobby Vinton, Sam Cooke y The Marceels), a “Bad Moon Rising” (Creedence Clearwater Revival), pasando por “Moondance” (Van Morrison).
  • Los efectos especiales creados por Rick Baker revolucionaron el sector en su día. Tanto que la Academia de Hollywood creó una nueva categoría sólo para poder darle el Oscar a Baker. Esa categoría es, en efecto, la de Mejor Maquillaje.

  • Esos mismos efectos fueron utilizados un año después en el rodaje del videoclip “Thriller”, de Michael Jackson, también dirigido por John Landis e impregnado de la misma mala leche y sano humor negro de la película.

  • Para la escena en la que David despierta en la jaula de los lobos del zoo de Londres, se atiborró bien de comida a los animales en prevención de que no vieran como su desayuno al actor, que además estaba totalmente desnudo. Comprensiblemente, todo se rodó en una sola toma y a la primera.
  • Tras el éxito de “Granujas a todo ritmo”, los productores quisieron imponer a Dan Aykroyd y John Belushi para interpretar a David y Jack, respectivamente. John Landis se negó, debo decir que afortunadamente.
  • En la secuencia de Piccadilly Circus, el peatón atropellado que atraviesa el escaparate de una tienda es el propio John Landis. Asimismo, podemos ver a Frank Oz (Yoda para los amigos) como el funcionario de la embajada americana que habla con David en el hospital y, posteriormente, podemos oír su voz en un fragmento de “Los Teleñecos” que el protagonista ve en casa de Alex.


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